Hola
soy el muerto
un incómodo recuerdo
oculto en el fondo de un cajón
donde poner la podredumbre
que cae
moldeando las vacías huellas
que los pasos dejan
en la greda del camino
mientras se dirigen a un horizonte
desabonado de flores ya marchitas
como anuncio del cadáver
que allí espera consumarse
soy el muerto que acarrean
con pesar. Sus labios
me adjetivan con las calumnias
y los elogios habituales
se empecinan en cargarme
de esas piedras que no tiran
como si existiera todavía
el más allá de un luto
que no acaban de barrer bajo la alfombra
Oigan
soy el muerto
para mí no hay otra compañía
que el amoroso reptar de los gusanos
sus besos me hermanan con el universo
estoy libre del ritmo de los días
y de las necesidades del alma
soy ausencia en la carencia
soy sólo silencio
aullando en la tempestad de la memoria
de aquel que viene llorando
con los brazos abiertos a mi encuentro
(*) Jorge Pablo Yakoncick, de “Panfletos Cimarrones N°1,
2014, Líbelo Bagual, Ed
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