“No se sabe por qué la poesía marca a algunos seres” Anahí Lazzaroni
El 23 de julio del 2011, en este mismo blog titulaba: “Anahí Lazzaroni: desde la ciudad del fin del mundo”, y seguía:
“Una ciudad mítica, de la cual todos han tenido alguna noticia, o se han maravillado con las imágenes de fotógrafos célebres y aficionados: Ushuaia.Una escritora, en esa misma ciudad, como para dar un efecto de realidad: Lazzaroni.
Un nuevo libro de poesía, que dice de esa ciudad y de esa persona que es Anahí.
Cuatro poemas elegidos, de su nuevo libro -“El Viento Sopla”-, que llegó por correo tradicional a mi casa, como si esa costumbre de hacer circular la Poesía de ese modo no hubiese sucumbido nunca.”
Por supuesto Ushuaia no era lo que es hoy y no lo era cuando Anahí llegó junto a su madre y su hermana Alicia -en el año 1966- desde La Plata, donde había nacido un 30 de agosto de 1957.
Ya no se fue más de esa ciudad que creció y se transformó. Todos sabemos que las poblaciones y las personas se expanden, se reducen y se vuelven a expandir: se transforman juntas. O quizá sea como una respiración alterna que comparten ciudad y habitantes, un intercambio de aires.Falleció un 26 de marzo de 2019 en la casa en la que vivía con su madre. Unos meses antes, luego de varias promesas e intentos de llegarme hasta allí, pudimos compartir, en esa misma casa, una larga y hermosa tarde que siempre me parecerá corta, muy corta.
Al decir de Luciana Mellado -que hace las “Notas introductorias a la obra de Anahí Lazzaroni”-: integró las “primeras generaciones” de escritores patagónicos del siglo XX y ocupó rápidamente un “lugar medular en la literatura del sur, tanto por su escritura como por su participación en el campo de la cultura local. Fue una figura central para el desarrollo de la Poesía de Tierra del Fuego, y para el ingreso de Ushuaia a la cartografía simbólica de la literatura argentina. Hacia adentro y hacia afuera de la región, su escritura marca como un hito ineludible en la historia literaria que se escribe desde el sur del país.”
No es intención hacer un estudio sobre la figura y la obra de Anahí, me quedo con la belleza y precisión de sus poemas; con las fotos que tomaba; con nuestro siempre honesto, lúcido y constructivo intercambio epistolar de textos, cometarios, libros, proyectos y vivencias. También con ese don: el oído y su memoria de ese mismo oído que le permitía reconocer -identificar- a través de un texto desconocido, a su autor, si alguna vez había leído otra obra de él.
Agradezco a Alicia -hermana y compañera de aventuras literarias y editoriales- el envío de este maravilloso, y fundamental, libro que reúne su Poesía desde 1988 a 2017. Libro que nace, también, de su cariño y admiración por Anahí.
Brevísima selección:
(*) De “ACECHAR EL HAIKU”, 2004
Los 10 haikus corresponden a:
14 de enero
¿Quién intenta
en el extremo del mundo
acechar el haiku?
Echan pestes
por el aire helado
mis pobres huesos.
Ángeles locos
en paños menores
se prueban las alas.
Taza de té
ya crepita el fuego
el día es gris.
Caballos relinchan
en el medio del bosque
nadie los monta.
Detrás del vidrio
un pájaro gordo
levanta vuelo.
Luna de verano
la ocultan las nubes.
¡Noche de lluvia!
Cerca del libro
esperan quietos
los anteojos.
Con lápiz negro
escribe un haiku
a media tarde.
El agua de lluvia
cayendo todos los días
abruma.
(*) De “EL VIENTO SOPLA”, 2011
Graffiti
Alguien debería dibujar de un modo impecable
el mapa de una ciudad loca
a la que abofetea el viento.
Bordeada por un mar gris y murallas de piedra,
con gentes de poco hablar
navegando sus propios océanos.
Nombro una ciudad que no está muerta ni viva.
15 de octubre, 2003
30 denarios
La ciudad está abierta al mar y a la codicia que devora incautos.
Nieva en este agosto de pocos viajeros
por momentos es la lluvia la que roza el bosque.
Los rumores son confusos:
¿quién es quién en esta ciudad de memorias delgadas?
Casi todos llegan con sus maletas hundidas y sus máscaras.
Forasteros siempre, forasteros varados.
Fugitivos quietos soñando con fiebres desconocidas y denarios de plata.
28 de agosto, 2005
La ciudad en vísperas electorales
La ciudad ni siquiera posee la melancolía de los imperios que han muerto.
Se escucha un alboroto perpetuo de fiesta decadente
sin música y sin cristales para el vino.
Los comensales tiran la comida, ríen a carcajadas.
Hay amenazas, un gato muerto colgado de una reja.
Los que pueden oír, los que entrecierran los ojos para escuchar mejor
saben que lo que se escucha no es sólo el rumor del viento,
ni los pasos de esa mujer
Que camina bajo la lluvia y lleva una bolsa de papel.
Es otra cosa.
Es otra cosa.
Lo que se escucha.
Es otra cosa.
30 de marzo, 2007
En riesgo
¿Dónde están todos aquellos
que escuchaban las campanas de la iglesia?
¿Y dónde están los asesinos
hoy que las veletas giran enloquecidas
gracias a un viento infatigable?
Incendios en los campos.
Incendios en el bosque.
Que desde el cielo caigan mares,
mares de agua para aplacar la furia.
6/7 de diciembre, 2008
La ciudad en agosto
Ciudad de tufillo mafioso, tierra de barcos y vientos.
Sur tan inmenso, sur tan vacío.
Con la decadencia esparcida aquí y allá.
Aguas heladas, mar, nieve, lluvias.
Un gran silencio se escucha detrás del gran ruido.
La misma ciudad que pudo haber soñado un loco.
30 agosto, 2008
(*) De “ALGUIEN LO DIJO”, 2017
Enero
Extraño una reunión
de muchas personas
bajo los árboles.
El sol pegando fuerte cualquier mediodía.
Conversaciones en alta voz,
como en el campo y a la italiana.
El ruido de las botellas, de la vajilla,
de los cuchillos,
vigilado por los perros de la casa.
El runrún de los parloteos
quebrado por una risa
y el susto de alguien
que escucha un secreto
con ojos azorados.
Enigma
¿Para qué recordar esta melodía
si desconocemos de dónde viene?
¿Por qué razón vuelve
si no la podemos cantar?
Hubo un tiempo que estuvo
en nosotros
al igual que tantas cosas.
El pentagrama está vacío.
Algunas personas imaginan a los poetas...
Algunas personas imaginan a los poetas
Como escuálidos hilos que traslada el aire.
Voces huecas o aguardentosas remedando
manantial y trueno.
Delgadez extrema, cierto susurro que viene del pasado.
Aves de otro mundo
que sueltan sus plumas sobre los papeles.
Con pocas urgencias y un estar sin tareas,
patria, día de la semana, habilidad concreta.
¿Se equivocan? ¿Mienten?
Días de marzo
Escribo a media máquina.
Me distraen los sueños nocturnos,
los matices radiantes.
El río revuelto.
Las catástrofes.
Los gritos pidiendo un voto para las urnas.
Me desvela la ausencia de los dioses
y sus caballos alados
sobre las ciudades
del planeta.
***
(Inédito. su último verso da nombre al libro que reúne su obra):
La señal
Ahora que estás ahí el mundo dejó de ser una batalla.
Es como si a través de la palabra escrita
me enseñaras que el sosiego puede ser hallado.
Escribimos sobre el paisaje de la ciudad.
Escribimos sobre este invierno
y las ramas de los árboles
y el viento que las mueve.
Pero vos lo sabés, en el fondo
siempre estamos escribiendo de otra cosa.
La palabra nieve es una buena contraseña.
6 de agosto de 2000
(*) Anahí Lazzaroni. "La palabra nieve es una buena contraseña", poesía reunida 1988-2017, Editora Cultural Tierra del Fuego, 2021.
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