Rechina
la casa del poeta
del poeta que tiene
ruidos; ruidos y
ruidos
en la cabeza
como latas vacías que
se estrujan y ruedan
por los pasillos de
la casa
la casa del poeta
cuyas paredes
soportaron
desesperación y golpes.
La misma casa que
cobijó
al poeta y al poema
la que se estremeció
al paso
de colectivos
atestados de gente
de trenes que
sucumbieron antes
de helicópteros
aterciopelados
sobrevolando la
terraza el año en crisis
de mujeres
incendiarias
de las que solo
quedaron cenizas.
La casa
del poeta que abre
cada día sus ventanas
que enciende el horno
y recalienta viejos
amores
que enloquece sobre
duros y fríos muros
que abraza, algunas
veces, el vacío
ríe y llora en los
rincones
que patea para que la
puerta se abra
la puerta de la casa
la casa del poeta
que habita el espacio
imposible de un derecho
de un lujo
cuando lujo es
necesidad.
La casa del poeta
la casa que el
municipio acaba de rematar
La casa
del poeta que no pudo
con los impuestos
de la casa.
Jorge Dipré (Rosario,
1990)
(1989-1990; uno de
los tantos años que vivimos en crisis).
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