JARDIN
Dulcemente, no existe.
No existir, desde luego, lo hace
más hermoso: llama la
más hermoso: llama la
atención, por ejemplo, cómo cambia,
cómo posee primaveras propias
o tórridos veranos, por su cuenta.
Cómo sus rosas se marchitan
por las malas noticias. O reviven
los días de cumpleaños. Hay, a veces,
arboledas larguísimas: un parque
parece más que nada; y otros días
tiene 1as dimensiones de un cantero
donde a cada malvón se lo conoce
por su nombre.
Jardín de nuestras torvas maquinaciones,
del que no hay que espantar
ni ratones ni pájaros ni perros;
del que no erradicamos jamás
ninguna mala hierba.
EL DORMITORIO
Aquí siento los ruidos, es decir,
aquí siento el silencio:
siento el enarbolarse del aire
para ser viento, cómo aparta
las hojas, cómo le contestan,
cómo me invade, cómo nos invade,
y cómo prepotente nos obliga
a respirar. Aunque querramos
morir. Aunque querramos
irnos con los fantasmas de la noche
que ni siquiera saben respirar
ni lo precisan.
POTREROS, GALPONES
Me los traje de la casa
de mi abuela, que estaba
en un pueblo cerca
de aquí; y allá
dejé unos terrenos impostores
para que los lotearan
en lugar de éstos.
Pero como cosa ilegal
los tengo que tener ocultos:
los guardo en una de esas
alacenas altas, que hay
en los lugares más insólitos
de las casas.
Me subo con dificultad
y cuando entreabro,
ya me llega el olor
a polvo y marlo, a nafta
y a bosta de palomas,
y escucho los zureos,
y me golpea el calor
de la siesta; y después
cierro, bajo, digo: "querida,
no está la reposera ahí".
Eduardo D’Anna, de “2491”, Ediciones Recovecos, 2010
http://jorgedipre.blogspot.com/2010/06/eduardo-danna-nuevo-libro.html
1 comentario:
Estos poemas me encantan.
Publicar un comentario