A través de la vida de
mi abuela
podría contarse la
historia de un siglo,
como bajo la luz
parpadeante de un cinematógrafo onírico...
Buenos tiempos,
malos tiempos
y al final, Rosa
sentada en su sillón
bajo la galería con
vista al patio,
recordando...
Cuando mi abuela nació
todavía estaba en pie
la piedra movediza.
Las calles de mi pueblo
eran aún imaginarias
bajo una espesa niebla
y los ingleses se
emborrachaban en el Hotel Londres.
Después, poco después
comenzaría a rodar el
molino de la Historia,
entre acordes de un
jazz frenético:
la revolución comunista
el crack de Wall Street
los dirigibles
dominando el cielo
y Gardel cantaba en la
radio
y el Toro salvaje de
las pampas
sacaba de una piña a
Dempsey fuera del ring.
Mientras tanto Rosa...
reía con esa risa que
era como el cristal,
como el poema de Péret,
"Rosa espuma de
mar hecha cristal"
y pasaban películas
mudas como en un sueño
y las guerras eran como
chaparrones de sangre y odio,
tan lejos...
Ya se apagaría en la
radio la voz de los dictadores
mientras ella amasaba
aquella pasta inolvidable
y cultivaba un rosal de
rosas rojas, rosas, blancas, amarillas
y la radio anunciaba el
Glostora Tango Club.
Cómo olvidar aquellos
cuentos leídos en la cama,
aquella letra menuda de
sus cartas con faltas de ortografía.
Cómo olvidar aquellos
tazones de café con leche en el invierno,
cómo olvidar el pan,
las nueces, los sueters tejidos a mano,
las sierras en el
verano y su risa feliz…
Cómo olvidar el perfume
incomparable de su rosal…
Cuando se fue...
fue como salir al
camino bajo la lluvia,
sin tener a dónde ir.
Rosa espuma de mar,
Ross cristal,
fragilidad.
(*) Leandro Tuntisi, de
revista Talismán, Poesía en la ciudad, Otoño de 2023, Venado Tuerto, Argentina.
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