Transcribo la nota aclaratoria, los poemas en su original piemontés y una breve introducción a su poesía, escrita por la propia Griselda. La foto es una gentileza de Margherita Dorato, hermana de Bianca
Jorge, algunas aclaraciones:
todos estos poemas diríamos que son paisajísticos en apariencia, la referencia geográfica es concretamente la de los Alpes piamonteses, en la zona de Cuneo y Valle del Aosta. La insistencia en la soledad y en caseríos abandonados está en relación con los cambios producidos por las emigraciones y las guerras, pero creo que es una reflexión acerca del peligro mucho más general que nos toca a todos: la muerte por los excesos de la civilización (capitalista y guerrera) y la lenta revancha de la naturaleza, la destrucción de los restos de esa vida anterior por una actividad “devoradora” simbolizada por el “cinghiale” en italiano o “singial” en piamontés (jabalí). Sin embargo, en los poemas siempre hay esperanza, la naturaleza tiene ciclos de renacimiento y muerte pero esa muerte cobija, latente, una vida posible y futura: la de las semillas en lo profundo de la tierra congelada del invierno. Hay que tener en cuenta, además, que Dorato escribe en una lengua casi desaparecida que recién ahora está siendo revalorizada en Italia junto con las otras “lenguas menores” o dialectos que pueblan su país y que de alguna manera nos toca a nosotros, descendientes de europeos pero que responde en realidad a toda la experiencia destructiva que ha sufrido y sufre actualmente nuestro mundo. El título del primer poema es “La rumà” que es la huella que deja el jabalí mientras se desplaza buscando comida y hurgando la tierra pero hace referencia también al gruñido natural que realiza al mismo tiempo. “Paese” tiene un significado más amplio que en castellano, puede ser sinónimo de tierra, región, patria, zona, además de pueblo. También conserva mejor la relación con la palabra “paisaje” (sobre esto habría más para aclarar pero no quiero cansar).
Bianca Dorato nació en Turin sin acento en piamontés (Torino, capital de la provincia de Piamonte, Italia) en 1933 y falleció en febrero de 2007. Por motivos de salud debió abandonar estudios de arte y trabajó como contable el resto de su vida. Está considerada una de las mejores poetas italianas y primera en su lengua piamontesa. Todos sus libros de poemas aparecen en ediciones bilingües pero tiene además obras de teatro y otros textos directamente en piamontés.
Para los italianos es muy importante rescatar las lenguas dialectales, entre ellos estaba Pier Paolo Pasolini, Cesare Pavese etc. Uno de los más importantes destacados por Pasolini y declarado como su mayor influencia por Bianca fue el poeta y filósofo Biagio Marin (Grado, 1891-1985) oriundo de la región de Venezia Giulia, lugar fronterizo y muy influenciado por la cultura alemana austríaca ya que perteneció al imperio austrohúngaro en varias etapas de su historia de hecho hasta 1875 (incluso en la época de la escolarización de Marin era obligatoria la enseñanza del alemán además del italiano). Digo esto porque se advertirá en Bianca --aunque Piemonte esté más cerca de la cultura francesa-- la influencia de la poesía simbolista o romántica alemana que comparte con Marin. (Agrego, también, que, este año, cuando visité de la zona, Udine y algunos pueblos cercanos hasta San Daniele del Friuli, me sorprendió la limpieza alemana de sus calles y más de una inscripción en un museo que, al comentar la historia de la ciudad de Udine, destacaban el retraso en que habían caído desde que comenzaron a depender del ducado de Venecia, etc, es decir que preferían decir, entre líneas, que les hubiese ido mejor con los austríacos)
(Mi) Traducción del italiano y en relación con el piamontés original. De Tzantelèina (1984) y Drere ‘d lus (1990).
Una última aclaración: piamontés se escribe así en castellano, piemontes en italiano y piemonteis es su denominación original.
todos estos poemas diríamos que son paisajísticos en apariencia, la referencia geográfica es concretamente la de los Alpes piamonteses, en la zona de Cuneo y Valle del Aosta. La insistencia en la soledad y en caseríos abandonados está en relación con los cambios producidos por las emigraciones y las guerras, pero creo que es una reflexión acerca del peligro mucho más general que nos toca a todos: la muerte por los excesos de la civilización (capitalista y guerrera) y la lenta revancha de la naturaleza, la destrucción de los restos de esa vida anterior por una actividad “devoradora” simbolizada por el “cinghiale” en italiano o “singial” en piamontés (jabalí). Sin embargo, en los poemas siempre hay esperanza, la naturaleza tiene ciclos de renacimiento y muerte pero esa muerte cobija, latente, una vida posible y futura: la de las semillas en lo profundo de la tierra congelada del invierno. Hay que tener en cuenta, además, que Dorato escribe en una lengua casi desaparecida que recién ahora está siendo revalorizada en Italia junto con las otras “lenguas menores” o dialectos que pueblan su país y que de alguna manera nos toca a nosotros, descendientes de europeos pero que responde en realidad a toda la experiencia destructiva que ha sufrido y sufre actualmente nuestro mundo. El título del primer poema es “La rumà” que es la huella que deja el jabalí mientras se desplaza buscando comida y hurgando la tierra pero hace referencia también al gruñido natural que realiza al mismo tiempo. “Paese” tiene un significado más amplio que en castellano, puede ser sinónimo de tierra, región, patria, zona, además de pueblo. También conserva mejor la relación con la palabra “paisaje” (sobre esto habría más para aclarar pero no quiero cansar).
Bianca Dorato nació en Turin sin acento en piamontés (Torino, capital de la provincia de Piamonte, Italia) en 1933 y falleció en febrero de 2007. Por motivos de salud debió abandonar estudios de arte y trabajó como contable el resto de su vida. Está considerada una de las mejores poetas italianas y primera en su lengua piamontesa. Todos sus libros de poemas aparecen en ediciones bilingües pero tiene además obras de teatro y otros textos directamente en piamontés.
Para los italianos es muy importante rescatar las lenguas dialectales, entre ellos estaba Pier Paolo Pasolini, Cesare Pavese etc. Uno de los más importantes destacados por Pasolini y declarado como su mayor influencia por Bianca fue el poeta y filósofo Biagio Marin (Grado, 1891-1985) oriundo de la región de Venezia Giulia, lugar fronterizo y muy influenciado por la cultura alemana austríaca ya que perteneció al imperio austrohúngaro en varias etapas de su historia de hecho hasta 1875 (incluso en la época de la escolarización de Marin era obligatoria la enseñanza del alemán además del italiano). Digo esto porque se advertirá en Bianca --aunque Piemonte esté más cerca de la cultura francesa-- la influencia de la poesía simbolista o romántica alemana que comparte con Marin. (Agrego, también, que, este año, cuando visité de la zona, Udine y algunos pueblos cercanos hasta San Daniele del Friuli, me sorprendió la limpieza alemana de sus calles y más de una inscripción en un museo que, al comentar la historia de la ciudad de Udine, destacaban el retraso en que habían caído desde que comenzaron a depender del ducado de Venecia, etc, es decir que preferían decir, entre líneas, que les hubiese ido mejor con los austríacos)
(Mi) Traducción del italiano y en relación con el piamontés original. De Tzantelèina (1984) y Drere ‘d lus (1990).
Una última aclaración: piamontés se escribe así en castellano, piemontes en italiano y piemonteis es su denominación original.
Griselda.
1) La rumà
Përchè a l’ ambrun pì gnun a visca ’l feu
a paré ’d fiama le pere grinose,
mèire ’d mè pais: përchè la neuit nurissa
a sà pì nen ni seugn ni gòj ni susta
a speté amor – mach pì la tos-cia sombra
av anrova sarvaja e a possa ’l nèir
singial ëd l’ombra ancontra a le muraje,
a le ferìe dj’uss; e ’l dent roncàire
a l´é sludi ’nt ël top. Pì gnun-a plenta
a s-cianché ´l silensi ´d vòste stansie sole,
gnuna memòria che an amor av fasa
ancora përgne ’d parola viventa,
mèire ’d mè pais. Përchè ansupìa la tèra
d’ampess a sà pì nen ni panà d’ òimo,
ni sapa bërlusenta a ’lvé la mota,
ni canson àuta ’d lus a traversela;
tèra rumà ’nt l’ëscur, che sensa smens
a l’ é ombra duverta a arsèive l’ombra.
(La rumà: es la huella que deja el jabalí sobre el terreno mientras hurga y gruñe en busca de alimento.)
Donde el jabalí desgarra.
Por qué en el crepúsculo ya nadie enciende el fuego
que adornan de llama las piedras amorosas,
casas de mi patria: por qué la noche nutricia
ya no conoce sueños ni alegría ni deseo
en espera del amor –nada más la oscura profundidad del bosque
las rodea salvaje y empuja al negro
jabalí de la sombra contra los muros,
en las heridas de los portales; su colmillo que carcome
es relámpago en la oscuridad. Ya no hay
ningún lamento
que lacere el silencio de sus estancias abandonadas,
ni memoria que en el amor
las hiciera impregnarse de palabra viva,
casas de mi pueblo.
Por qué, la tierra sometida
ya no conoce desde hace tiempo huellas de hombres,
ni azadas resplandecientes que levanten terrones
ni canción alta de luz que la alcance;
tierra hurgada en lo oscuro, que sin simiente
es sombra abierta para acoger la sombra.
2) Stërmaj
Ma ’l leu ’nté j’ arbre ’d galaverna as levo
bin àute a sërché ’l cél, për mi cost leu
ciuto e leugn ant la nébia. Sì ’nté a viro
le stra dij camp tan curte a l’orisont,
frema speté, e sola dzor dla tèra
ansupime ant ël geil. Tan dura e nèira
la mota, e sensa chit a la travajo
ansema scur e frèid, e a-i é pa vos,
bësbij o bram, che dal dolor a buta:
de la longa am bëstanta drinta al cheur
cost’ambrun-a d’invern. E belessì
ch’im armëtta, anreidìa, coma ’l camp
chità d`ampess, che mai gnun vòli a sfrisa.
Ma che sempe im avisa che a l’anvìa
sfrandà dël sol mi i sarai cèl e mira.
Escondite
Aunque está donde los álamos de escarcha
se elevan muy altos en busca del cielo,
es para mí este lugarmudo y lejano en la niebla. Aquí adonde llegan
los senderos del campo tan breves en el horizonte
quedo a esperar, y sola sobre la tierra
me tiendo a dormir en el hielo. Está tan dura y negra
la hierba que sin tregua atormentan juntos
la oscuridad y el frío, y no hay voces,
murmullos o gritos que manen del dolor:
hace tanto tiempo me habita el corazón
este crepúsculo de invierno. Y aquí
me ofrendo, helada, como el campo
que de tanto abandonado ya ni un vuelo roza.
Mas por el cual atendiendo siempre al deseo
incontenible del sol seré cielo y meta.
3) Ambrun-a
Mia calà apress a cola dël singial
sla fiòca nissa: e i von travers l’ ambrun-a
greva a j’uss nèir duvert ëd la roà
frema ’nt ël geil. A l’han scalin ëd giassa
mie ca, e candèile ’d giassa a fé dësludi
për na neuit sensa obada. A-i é pa vos
an sël senté, e mach la piotà bëssa
ciàira sla fioca, tan lontan a va
për camp e pra, ’nté ij barsaj as ancreuso,
fros, e pì fonz andrinta al cheur a pogno
-mè cheur, mia tèra- ’l magon a l’anvìa.
A l’ha pa vos ël pior ëd ferìa
’nté sensa chit ël dent sarvaj a ruma,
ni dësmentiura a fërmé ‘l sangh, canson
ëd lus e d’ aria e ’d rìe d’eva, a san
anco’ le pere veje e le fogagne;
ni calignëtta a tni bòta a l’ ëscur
che s-ciass a ven, as anvisca s’na fnesta,
stèila a ciamé j’ ëstèile. E a fiòca, ora,
ansima a la roà, ansima a sa tèra
sombra, mè cheur: e apress a la calà
tan longa i von, che ’nt la tos-cia as ëstërma.
Oscuridad
Mi huella sigue las del jabalí
sobre la nieve lívida: y voy a través de la oscuridad
densa a los negros portales abiertos de la aldea
inmóvil en el frío. Tienen gradas de hielo
mis casas, y candelabros de hielo para encender las lámparas
de una noche que no espera despertar. No hay voces
sobre el sendero, sólo la impronta profunda
clara sobre la nieve, que tan hacia lo lejos va
por campos y prados, regresando a los barrancos
pavorosos, donde en lo más profundo del corazón pujan
-mi corazón, mi tierra- el deseo y el dolor.
No tiene voz la queja por la herida
donde incesantemente se hunde el colmillo salvaje
ni canto mágico para detener la sangre, canto
hecho de luz y de aire y de aguas risueñas
que aún conocen las piedras viejas y los hogares:
ni candil que encendido se oponga a la tiniebla
densa y sea sobre una ventana,
estrella para evocar estrellas. Nieva ahora,
sobre la aldea, sobre esta tierra
sombría, mi corazón: yo sigo largamente
la huella, que en la espesura se oculta.
Mi huella sigue las del jabalí
sobre la nieve lívida: y voy a través de la oscuridad
densa a los negros portales abiertos de la aldea
inmóvil en el frío. Tienen gradas de hielo
mis casas, y candelabros de hielo para encender las lámparas
de una noche que no espera despertar. No hay voces
sobre el sendero, sólo la impronta profunda
clara sobre la nieve, que tan hacia lo lejos va
por campos y prados, regresando a los barrancos
pavorosos, donde en lo más profundo del corazón pujan
-mi corazón, mi tierra- el deseo y el dolor.
No tiene voz la queja por la herida
donde incesantemente se hunde el colmillo salvaje
ni canto mágico para detener la sangre, canto
hecho de luz y de aire y de aguas risueñas
que aún conocen las piedras viejas y los hogares:
ni candil que encendido se oponga a la tiniebla
densa y sea sobre una ventana,
estrella para evocar estrellas. Nieva ahora,
sobre la aldea, sobre esta tierra
sombría, mi corazón: yo sigo largamente
la huella, que en la espesura se oculta.
4) Tzantelèina
Da sì it viso, mia leugna Tzantelèina,
da s’ombra frèida che a ten bòta a l’ alba
sle costere dl’ invers. Dzora a la fioca
coma i tërmolo, ’nté l’ àura siflanta
fòrta as arversa dnans a la ciairor;
e ti là amont coma novissa it leve
a fiorì ’nt l’ora neuva: ti che eterna
it fialisse ant la lus. E già la vos
ràucia dl’ arbënna a rasa la ciapera
sensa fé crij. Tra mi e ti, tan largh
ël reu dla giassa, tan longh ël solengh
ann dòp ann travajà dal ro dël sol,
da l’ancreus ëd la neuit: e s-ciat e bram
a smasì la rochera. E n’ora sola
coron-e d’òr as dreubo sla moren-a,
e as mëscio tèra e lus. A ven l’istà,
cioca ’d dossor, e l’ànima am ësvanta
an crij e orissi l’ ëss-cianch ëd l’ anvìa,
e am bruso gòj e dolor anlià:
como n’ësludi la stagion solìa,
dòira avalanta sa possa che am ten.
Parèj it viso ancontra al di che a ven
danans a mi tan leugna, Tzantelèina,
tan frema amont. Ma drissé bèich e vita
a la s-ciandor dla bëcca nen vagnà ,
sola e genita ’nté ’l giovent ëd l’alba
sensa chit as argala: belessì
përchè signà d’amor tan spersa i von,
esse canson che a tò silensi as leva.
da s’ombra frèida che a ten bòta a l’ alba
sle costere dl’ invers. Dzora a la fioca
coma i tërmolo, ’nté l’ àura siflanta
fòrta as arversa dnans a la ciairor;
e ti là amont coma novissa it leve
a fiorì ’nt l’ora neuva: ti che eterna
it fialisse ant la lus. E già la vos
ràucia dl’ arbënna a rasa la ciapera
sensa fé crij. Tra mi e ti, tan largh
ël reu dla giassa, tan longh ël solengh
ann dòp ann travajà dal ro dël sol,
da l’ancreus ëd la neuit: e s-ciat e bram
a smasì la rochera. E n’ora sola
coron-e d’òr as dreubo sla moren-a,
e as mëscio tèra e lus. A ven l’istà,
cioca ’d dossor, e l’ànima am ësvanta
an crij e orissi l’ ëss-cianch ëd l’ anvìa,
e am bruso gòj e dolor anlià:
como n’ësludi la stagion solìa,
dòira avalanta sa possa che am ten.
Parèj it viso ancontra al di che a ven
danans a mi tan leugna, Tzantelèina,
tan frema amont. Ma drissé bèich e vita
a la s-ciandor dla bëcca nen vagnà ,
sola e genita ’nté ’l giovent ëd l’alba
sensa chit as argala: belessì
përchè signà d’amor tan spersa i von,
esse canson che a tò silensi as leva.
Tzantelèina (montaña del alto valle del Rhêmes, Valle d’Aosta, Italia)
De aquí te miro, mi lejana Tzantelèina
desde esta sombra fría que se opone al alba
en las pendientes de la medianoche. Cómo tiemblo,
sobre la nieve donde el viento sibilante
se arremolina fuerte contra la claridad;
mientras tú arriba te alzas como novicia
para florecer en la nueva hora: tú que eterna
respiras en la luz. Y ya la voz
áspera de la perdiz roza los pedregales
sin un grito. Entre tú y yo, tan ancho
el cerco de los hielos, tan larga la soledad
que año tras año atormentan el rayo del sol,
y el abismo nocturno: estruendo y bramido
que destrozan rocas. Y por una hora solamente
corolas de oro brotan sobre la morena,
cuando se mezclan tierra y luz. Viene el verano
ebrio de dulzura, y el alma me conmueve
en grito y huracán el desgarramiento del deseo,
juntos me queman el goce y el dolor:
similar a un rayo es la estación del sol,
un torrente precipita esta fuerza que me posee.
Así yo te miro de frente al día que viene,
delante de mí tan lejana, Tzantelèina,
tan inmóvil allá arriba.
Pero devolver la mirada y la vida
hacia el esplendor de la cima no alcanzada,
solitaria y pura donde la juventud del alba
perennemente goza; he aquí,
porqué marcada de amor tan deseosa voy,
por ser canto que se eleva a tu silencio.
5) Sël ciaplé
Tant violen a l’ ha picà ’l sol
an afoanda ’l ciaplé desert,
ël cel ëd pera ’nté la vipra
dossa dossa a strusa e as argala
’d sò susné e dl’ ora sens’ombra.
E ’ntan che i von sërcanda ’l cit
ciusion ancreus d’eva stërmà,
frema e fiacanta a l’amprovista
tuta a më strusa e am antërpiss
l’amèra dosseur che am ës-cianca.
Sobre la pedrerera
Tan violentamente ha picado el sol
encandeciendo la pedrera desierta
el cielo de piedra donde la serpiente
dulcísima se arrastra y se delicia
de su ansia y de la hora meridiana.
Y mientras voy buscando el quedo
susurro de profundas aguas ocultas
firme y lánguida de improviso
toda me envuelve y paraliza
la amarga dulzura que desgarra.
6) Bòina
Quanda la fiòca a ven
al Brich ëd j’ Aidres
mi i son pera sacrà,
bòina dla lus e i crijo
l’anvìa dla tèra
sempe viventa e l’aria,
s-ciandor che ’l farchèt a ’ngrinfa
ciuto an volanda: an mi
paròla ’bati dl’ala.
Për ij ravass ël cel.
Piedra del confín
Cuando llega la nieve
a la cima de los Mirtilos
yo soy roca sagrada,
piedra del confín de la luz y grito
el deseo de la tierra
siempre viva y del aire,
esplendor que el halcón atrapa
en mudo vuelo: es en mí
palabra el batir del ala.
Para los rapaces el cielo.
de : Tzantelèina (1984)
7) Ël grand
Ant l’ëscur ëd la neuit
un pass a ven adasi
sle lòse dël cuvert:
quanda se scarpe greve
a l’han marcià sla tèra?
Spers ëd soa ca miraco
dal pì daleugn a riva
an sërcanda ‘l muraje
grinose e la fogagna,
le paròle d’antan:
tan longa a viv l’ anvìa-
pì che la vita ancora.
Ma ’nt ël top a gemmíss
l’ uss duvert – e la tèra
a l’anviron, rumà,
a sa piotà sarvaje:
la seuja slissa ’d pass
d’ampess a l’ha përdu
l’ arcòrd ëd na pianà.
E dun-a a canto ij gaj,
tòst l’alba a dirà l’Ave:
a dzoneus an ciamanda
ancó sle lòse a bat-
gnun a dì ’l Bin a trueva
l’ànima nen pasià.
El abuelo
En la oscuridad de la noche
un paso llega lento
sobre las tejas del techo:
¿cuándo estas pesadas botas
han caminado sobre la tierra?
Por nostalgia de su casa tal vez
desde lo más lejano llega
buscando los muros
amados y el hogar,
las palabras de un tiempo:
así largamente vive el deseo –
más que la vida aún.
Pero gime en las tinieblas
el portal abierto, y la tierra
de los alrededores, herida por el jabalí
conoce huellas salvajes:
el umbral desgastado por pasos
desde hace mucho ha perdido
el recuerdo de una huella humana.
De pronto cantan los gallos
próxima el alba dirá el abuelo:
en vano llamando
todavía golpea sobre las tejas-
a nadie encuentra,
que diga una plegaria
el alma que no tiene paz.
de Drere ‘d lus (1988)
(Senderos de luz)
un pass a ven adasi
sle lòse dël cuvert:
quanda se scarpe greve
a l’han marcià sla tèra?
Spers ëd soa ca miraco
dal pì daleugn a riva
an sërcanda ‘l muraje
grinose e la fogagna,
le paròle d’antan:
tan longa a viv l’ anvìa-
pì che la vita ancora.
Ma ’nt ël top a gemmíss
l’ uss duvert – e la tèra
a l’anviron, rumà,
a sa piotà sarvaje:
la seuja slissa ’d pass
d’ampess a l’ha përdu
l’ arcòrd ëd na pianà.
E dun-a a canto ij gaj,
tòst l’alba a dirà l’Ave:
a dzoneus an ciamanda
ancó sle lòse a bat-
gnun a dì ’l Bin a trueva
l’ànima nen pasià.
El abuelo
En la oscuridad de la noche
un paso llega lento
sobre las tejas del techo:
¿cuándo estas pesadas botas
han caminado sobre la tierra?
Por nostalgia de su casa tal vez
desde lo más lejano llega
buscando los muros
amados y el hogar,
las palabras de un tiempo:
así largamente vive el deseo –
más que la vida aún.
Pero gime en las tinieblas
el portal abierto, y la tierra
de los alrededores, herida por el jabalí
conoce huellas salvajes:
el umbral desgastado por pasos
desde hace mucho ha perdido
el recuerdo de una huella humana.
De pronto cantan los gallos
próxima el alba dirá el abuelo:
en vano llamando
todavía golpea sobre las tejas-
a nadie encuentra,
que diga una plegaria
el alma que no tiene paz.
de Drere ‘d lus (1988)
(Senderos de luz)
Bianca Dorato: poesía dialectal y de confines
Bianca Dorato nació en Turín, capital del Piamonte, región del noroeste de Italia, en 1933 y falleció en la misma ciudad el 13 de febrero de 2007. Escribió poesía, narraciones y obras teatrales en su lengua materna, la piemontèisa, declarada autónoma por el Consejo de Europa en 1981 y reconocida por la Unesco como lengua menor que amerita protección.
Con mayor frecuencia nominada según el género masculino piamontés (en la grafía castellana) o piemontese (italiana) por habérselo considerado un dialecto, en el sentido de “derivado” o “habla de rústicos”, esta lengua registra sus primeras formas escritas en documentos religiosos que datan del siglo XII: los Sermones subalpinos. Más adelante en 1783, aparecerá la primera Gramatica, obra del médico de la corte Maurizio Pipino, dedicada a María Adelaide Clotilde Saveria de Francia, princesa de Piemonte.
Pero tiene una característica fundamental, es lengua de fronteras; a lo largo de los años, de las guerras, las migraciones, intercambió, recibió y se proyectó junto con el occitano, el francés y el italiano (este último, a partir de la época del fascismo, terminó por imponérsele eliminando su enseñanza en las escuelas que hasta entonces lo impartían). Y ésa es la lengua que va a utilizar Bianca Dorato, una koiné; amante de las montañas alpinas, la poeta las recorrerá incansablemente recogiendo vocablos de la vida cotidiana que escucha por las calles de pequeñas aldeas, palabras que darán a la lengua piamontesa de sus textos, por momentos, un matiz arcaico y único. Al mismo tiempo esa recolección minuciosa pasará a formar parte de una lengua escrita y literaria que encontrará la manera de sobrepasar el mero “color local”.
De toda su obra, la poesía es el lugar donde Dorato realiza un trabajo singular, el yo poético de los textos deambula por lugares de montaña (raras veces son precisados pero se sabe que son los que frecuentaba: montañas del Cúneo, valle del Po y algunos del territorio francés) y en su búsqueda solitaria observa y ¿dialoga? con un paisaje que varía según el cambio de las estaciones. A veces es su deseo fundirse con él pero siempre tiene claro que su función es la de “ser canto”, voz e intérprete de las montañas, de los animales, de los árboles, única manera de superar “el dolor” de la existencia humana, de su caída y separación.
Es la razón por la cual el yo poético debe estar atento a las señales, debe saber escuchar los mensajes del mundo natural que no está fragmentado entre lo profano y lo sagrado sino que es un todo multifacético perdido y uniformado por el avance de las civilizaciones modernas, desoído en sus ciclos de luz y oscuridad, despreciado de sus manifestaciones espirituales antiguas. Podría decirse que la poesía de Dorato es lírica pagana, mística sutil tratando de recomponer y devolver al universo las voces acalladas, incluso las no humanas. Ésa es la función de su poesía, decir en un lenguaje humano, desde una lengua “menor” amenazada por la extinción, desde la voz de una mujer que escucha, una sacerdotisa, aquello que debe reintegrarse al mundo. Como los antiguos celtas, la voz poética distingue fundamentalmente el tiempo natural en dos partes principales: el invierno, la parte oscura del año (noche entre el 31 de octubre y el 1º de noviembre) cuando, sumergida en un sopor helado, la tierra contiene el germen de la vida próxima y se produce una conexión con el mundo del más allá (los muertos y los dioses pueden comunicarse con los vivos) y la parte luminosa (1º de mayo). Si este equilibrio es alterado, los seres humanos y la tierra quedarían expuestos a la acción caótica de lo abierto por donde saldrían espíritus feroces que los dioses ya no podrían contener.
En la poesía de Dorato hay animales y muchos de ellos como referentes míticos: jabalíes, zorros y lobos, los cuervos del dios nórdico Odín; casi todos espíritus solares bivalentes, su irrupción también lo es, inquietan, amenazan pero al fin, enviados divinos, siempre ayudan a la perpetuación de la vida; si la destruyen, es para recomenzar el ciclo. También las piedras recuperan su antiguo valor, contienen mensajes inscritos, absorben y devuelven la luz propiciando el éxtasis y la superación del espacio tiempo.
La poesía de Dorato aporta esperanza, el invierno contiene el germen de la vida, no representa la muerte. Sin embargo, se percibe siempre la amenaza, si los seres humanos rompemos el equilibrio, si no escuchamos a la tierra, los espíritus feroces se ocuparán de la destrucción del mundo, mejor dicho de nuestras civilizaciones, como esos caseríos abandonados cuyos portales destruye el jabalí, mientras las nieves derrumban los techos y paredes año tras año. Poesía restringida en la disposición de lugares -es siempre la montaña- en tiempo, en temas, poesía breve, lenguaje arcaico, mística que revive mitos antiguos, pero, evidentemente, moderna, a la altura de las preocupaciones más acuciantes de la humanidad de hoy, aunque, obviamente, no está reducida a un mera preocupación ecológica. Es mucho más que eso, de la naturaleza a la lengua que adviene poesía para que la oigamos todos, viva y ubicua es, a la vez, pura reflexión sobre la palabra, actividad humana que nos redime de la falta, de nuestra incompletud en el mundo y que nos permite, incluso, la posibilidad de escuchar otras lenguas o señales que vienen de lo no humano.
Las principales obras literarias de Bianca Dorato son:
Poesía:
Tzantelèina, Torino, Centro Studi Piemontesi, 1984
Passagi, Mondovì, Boetti & C. Editori, 1990
Drere ’d lus, Mondovì, Editore El Peilo, 1990
Fiòca e òr, Mondovì, El Peilo (Amis ëd piassa), 1998
Travërsera, Ivrea, La Slòira, 2003
Signaj, Novara, Interlinea, 2006
Teatro:
Doj di, a luj, revista piamontesa Musicalbrandè nº 123, septiembre 1989
Ël serv, Torino, Centro Studi Piemontesi, 1997
Ij milan, Torino, Centro Studi Piemontesi, 1999
La neuit d l vent, Torino, Centro Studi Piemontesi, 2001
Cuentos:
La ca e Il marchio, Giuventura Piemontèisa, 2006
Meira Perot, Giuventura Piemontèisa, 2007
Para la traducción de las poesías seleccionadas se tuvo en cuenta –necesariamente- su característica de koiné, se las comparó con la traducción disponible en italiano de las ediciones consignadas oportunamente para volver una y otra vez sobre los vocablos piamonteses y escuchar sus resonancias francesas, latinas; se consultó el libro de Guido Griva: Grammatica della lingua Piemontese, Torino, Andrea Viglongo & C.Editori, 2ª edición, 2007 y diccionarios en línea piamontés-italiano: Piccolo Vocabolario Piemontese-Italiano http://xoomer.virgilio.it/ y Grande dizionario piemontese: www.piemonteis.com/italiano-piemontese .
Bianca Dorato nació en Turín, capital del Piamonte, región del noroeste de Italia, en 1933 y falleció en la misma ciudad el 13 de febrero de 2007. Escribió poesía, narraciones y obras teatrales en su lengua materna, la piemontèisa, declarada autónoma por el Consejo de Europa en 1981 y reconocida por la Unesco como lengua menor que amerita protección.
Con mayor frecuencia nominada según el género masculino piamontés (en la grafía castellana) o piemontese (italiana) por habérselo considerado un dialecto, en el sentido de “derivado” o “habla de rústicos”, esta lengua registra sus primeras formas escritas en documentos religiosos que datan del siglo XII: los Sermones subalpinos. Más adelante en 1783, aparecerá la primera Gramatica, obra del médico de la corte Maurizio Pipino, dedicada a María Adelaide Clotilde Saveria de Francia, princesa de Piemonte.
Pero tiene una característica fundamental, es lengua de fronteras; a lo largo de los años, de las guerras, las migraciones, intercambió, recibió y se proyectó junto con el occitano, el francés y el italiano (este último, a partir de la época del fascismo, terminó por imponérsele eliminando su enseñanza en las escuelas que hasta entonces lo impartían). Y ésa es la lengua que va a utilizar Bianca Dorato, una koiné; amante de las montañas alpinas, la poeta las recorrerá incansablemente recogiendo vocablos de la vida cotidiana que escucha por las calles de pequeñas aldeas, palabras que darán a la lengua piamontesa de sus textos, por momentos, un matiz arcaico y único. Al mismo tiempo esa recolección minuciosa pasará a formar parte de una lengua escrita y literaria que encontrará la manera de sobrepasar el mero “color local”.
De toda su obra, la poesía es el lugar donde Dorato realiza un trabajo singular, el yo poético de los textos deambula por lugares de montaña (raras veces son precisados pero se sabe que son los que frecuentaba: montañas del Cúneo, valle del Po y algunos del territorio francés) y en su búsqueda solitaria observa y ¿dialoga? con un paisaje que varía según el cambio de las estaciones. A veces es su deseo fundirse con él pero siempre tiene claro que su función es la de “ser canto”, voz e intérprete de las montañas, de los animales, de los árboles, única manera de superar “el dolor” de la existencia humana, de su caída y separación.
Es la razón por la cual el yo poético debe estar atento a las señales, debe saber escuchar los mensajes del mundo natural que no está fragmentado entre lo profano y lo sagrado sino que es un todo multifacético perdido y uniformado por el avance de las civilizaciones modernas, desoído en sus ciclos de luz y oscuridad, despreciado de sus manifestaciones espirituales antiguas. Podría decirse que la poesía de Dorato es lírica pagana, mística sutil tratando de recomponer y devolver al universo las voces acalladas, incluso las no humanas. Ésa es la función de su poesía, decir en un lenguaje humano, desde una lengua “menor” amenazada por la extinción, desde la voz de una mujer que escucha, una sacerdotisa, aquello que debe reintegrarse al mundo. Como los antiguos celtas, la voz poética distingue fundamentalmente el tiempo natural en dos partes principales: el invierno, la parte oscura del año (noche entre el 31 de octubre y el 1º de noviembre) cuando, sumergida en un sopor helado, la tierra contiene el germen de la vida próxima y se produce una conexión con el mundo del más allá (los muertos y los dioses pueden comunicarse con los vivos) y la parte luminosa (1º de mayo). Si este equilibrio es alterado, los seres humanos y la tierra quedarían expuestos a la acción caótica de lo abierto por donde saldrían espíritus feroces que los dioses ya no podrían contener.
En la poesía de Dorato hay animales y muchos de ellos como referentes míticos: jabalíes, zorros y lobos, los cuervos del dios nórdico Odín; casi todos espíritus solares bivalentes, su irrupción también lo es, inquietan, amenazan pero al fin, enviados divinos, siempre ayudan a la perpetuación de la vida; si la destruyen, es para recomenzar el ciclo. También las piedras recuperan su antiguo valor, contienen mensajes inscritos, absorben y devuelven la luz propiciando el éxtasis y la superación del espacio tiempo.
La poesía de Dorato aporta esperanza, el invierno contiene el germen de la vida, no representa la muerte. Sin embargo, se percibe siempre la amenaza, si los seres humanos rompemos el equilibrio, si no escuchamos a la tierra, los espíritus feroces se ocuparán de la destrucción del mundo, mejor dicho de nuestras civilizaciones, como esos caseríos abandonados cuyos portales destruye el jabalí, mientras las nieves derrumban los techos y paredes año tras año. Poesía restringida en la disposición de lugares -es siempre la montaña- en tiempo, en temas, poesía breve, lenguaje arcaico, mística que revive mitos antiguos, pero, evidentemente, moderna, a la altura de las preocupaciones más acuciantes de la humanidad de hoy, aunque, obviamente, no está reducida a un mera preocupación ecológica. Es mucho más que eso, de la naturaleza a la lengua que adviene poesía para que la oigamos todos, viva y ubicua es, a la vez, pura reflexión sobre la palabra, actividad humana que nos redime de la falta, de nuestra incompletud en el mundo y que nos permite, incluso, la posibilidad de escuchar otras lenguas o señales que vienen de lo no humano.
Las principales obras literarias de Bianca Dorato son:
Poesía:
Tzantelèina, Torino, Centro Studi Piemontesi, 1984
Passagi, Mondovì, Boetti & C. Editori, 1990
Drere ’d lus, Mondovì, Editore El Peilo, 1990
Fiòca e òr, Mondovì, El Peilo (Amis ëd piassa), 1998
Travërsera, Ivrea, La Slòira, 2003
Signaj, Novara, Interlinea, 2006
Teatro:
Doj di, a luj, revista piamontesa Musicalbrandè nº 123, septiembre 1989
Ël serv, Torino, Centro Studi Piemontesi, 1997
Ij milan, Torino, Centro Studi Piemontesi, 1999
La neuit d l vent, Torino, Centro Studi Piemontesi, 2001
Cuentos:
La ca e Il marchio, Giuventura Piemontèisa, 2006
Meira Perot, Giuventura Piemontèisa, 2007
Para la traducción de las poesías seleccionadas se tuvo en cuenta –necesariamente- su característica de koiné, se las comparó con la traducción disponible en italiano de las ediciones consignadas oportunamente para volver una y otra vez sobre los vocablos piamonteses y escuchar sus resonancias francesas, latinas; se consultó el libro de Guido Griva: Grammatica della lingua Piemontese, Torino, Andrea Viglongo & C.Editori, 2ª edición, 2007 y diccionarios en línea piamontés-italiano: Piccolo Vocabolario Piemontese-Italiano http://xoomer.virgilio.it/ y Grande dizionario piemontese: www.piemonteis.com/italiano-piemontese .
1 comentario:
Realmente, una poesía bella y sutil. Es valiosísimo poder conocerla en tan lograda traducción. Gracias
Publicar un comentario