26 nov 2006

El Rostro de Shakespeare

La cabeza, el busto
que los prejuicios,
extraña asociación de
belleza —canon recogido en la historia—
con genio literario,
el grabado, ignominiosa marca,
repelido, borrado por otros rasgos.
La boca, el labio superior, el inferior colgante,
estigma,
avejentado rostro del mercader
satisfecho de sí mismo, huella de
estupidez conformista, imbecilidad
congénita que no les cuadra, la frente
ancha de pronunciada calvicie que dice
más años que aquellos que deberían, según
la crónica. Eruditos que quieren
convencernos de que el artista debe ser inteligente,
y bello.
Un rostro de sombras imbéciles no
puede, William, ser el tuyo; hagámonos
la idea de aquel hallado, noble, de perfil
anguloso y ojos profundos eres tú.
Pero tú eres
enigma de texto
referente oblicuo del conflicto
arte e inteligencia
¿Siempre de la mano?
No para Picasso,
no para Dipré
estúpido inconformista sin una cara
de póster.
Pero en todo caso ¿de qué inteligencia
se trata? ¿de qué fisonomía?
Sin problemas con Cortázar,
pero… ¿y Neruda,
con esa cara de sapo?
No No No
salchichero
tu rostro tiene un texto
y basta.

NOTA: En un libro titulado El Verdadero Shakespeare, el autor, J. Dover Wilson, no conforme con la fisonomía que según un grabado —que figura en el frontispicio de la edición First-Folio de 1623 y que fuera tomado del monumento esculpido por Janssen— correspondería a William Shakespeare, propone, participando de una polémica que él no inaugura y que se remonta 300 años, el rostro que aparece en otro grabado del siglo XVII. El argumento, sin duda imbuido de las concepciones racistas de la época (1932), se basa en que la genialidad, la inteligencia, el maravilloso arte de William no es correspondido por ese rostro que no denota nobleza, inteligencia ni juventud sino, por el contrario, imbecilidad, vejez prematura y un gesto de satisfacción personal impropia de la nobleza de tamaño artista. Tal argumento da por sentado esa cuestionable sociedad entre la inteligencia y el arte, la inteligencia y la fisonomía (¿resto frenológico?).
Yo no doy por sentado nada, no sé qué carajos es la inteligencia, apenas si puedo balbucear acerca de mi concepción sobre el arte y no me importa la apariencia que pueda tener la persona que ha ejecutado una obra que me interese; pero claro, esto es previsible, basta con ver alguna fotografía mía…

NOTA Bis:
El poema pertenece al libro ‘Poemas Notables’, publicado en 1993, dentro del proyecto ‘Desfile de Monstruos’, editado por El Heresiarca & Cía. La nota anterior formaba parte de la edición.

3 comentarios:

Luciana Rezzónico dijo...

Te saludo!!!

El Heresiarca & Cía dijo...

La publicación de este viejo poema fue provocada por el que leí en tu blog, Luciana.
saludos

Dante Bertini dijo...

vivo hace años con una rata de virgo...no está mal...conozco a ayesha y a su inquieto editor...ahora me meto en tu página
y te escribo antes de tener opinión